Prefecta Katherin Rivillo a un año de asumir como Jefa de Bienestar comenta: “El reto está en consolidar una jefatura que opere con profesionalismo y eficacia en cada rincón del país, sin importar la distancia geográfica».

El pasado 4 de septiembre se cumplió un año desde que la Prefecta Katherin Rivillo Molina asumió como Jefa Nacional de la Jefatura de Bienestar y Calidad de Vida de la PDI. Su nombramiento no fue azaroso: semanas antes ejerció como jefa subrogante, experiencia que le permitió conocer a los equipos y los desafíos de una de las jefaturas más transversales de la institución. Con una trayectoria marcada por la formación —diez años como Oficial Instructora, cuatro como jefa de Admisión y dos como Subdirectora de la Escuela de Investigaciones— la Oficial llegó a Jenabien con una mirada pedagógica y de gestión, pero también con la convicción de que “trabajar por el bien del otro” es el corazón del área. En esta conversación, repasa su año de aprendizaje, los hitos alcanzados, los desafíos territoriales y el tipo de liderazgo que busca imprimir.

— A un año de su llegada, ¿cómo definiría esta experiencia en lo personal y lo profesional?
— Ha sido un año de aprendizaje constante. Llegué a un área que no conocía en profundidad, que no estaba en mi horizonte inicial como policía, pero que me ha demostrado lo esencial que es para nuestra institución. Me he encontrado con equipos diversos, con competencias y habilidades distintas, que trabajan en un mismo objetivo: mejorar la calidad de vida de nuestros colegas y sus familias. Eso es lo que más me ha marcado: entender que en Bienestar uno trabaja pensando en el otro, en cómo impactar en el día a día de las personas. 

— Bienestar se describe como una “pequeña PDI”, porque concentra áreas tan diversas como jurídica, logística o infraestrcutura. ¿Cómo fue ese proceso de conocer y vincularse con cada una?
— No fue sencillo, porque es un mundo muy técnico y amplio. Me di un mes completo para reunirme cada día con una unidad distinta: pedí a los equipos que vinieran a mi oficina, que me contaran qué hacían, en qué proyectos estaban y cuáles eran sus desafíos. Esa radiografía inicial me permitió entender la magnitud de la jefatura y, a partir de ahí, empezar a proponer mejoras e invitar a los equipos a desafiarse. Acá descubrí otra faceta: la de pensar estratégicamente, con visión de impacto, casi como en el mundo del marketing. Fue interesante y desafiante, porque obliga a mirar el presente con un ojo puesto en el futuro.

— Uno de sus primeros gestos fue salir a terreno, recorrer los centros y servicios en regiones. ¿Qué descubrió en ese contacto directo?
— Desde el inicio sentí que era fundamental visitar los centros vacacionales, las farmacias institucionales y los puntos de venta. En muchos casos llegué como “clienta incógnita”, para observar cómo funcionaban los servicios sin que necesariamente supieran quién era. Lo que encontré fue un compromiso genuino: personas que, a pesar de estar lejos de Santiago, trabajan con vocación de servicio y con la convicción de que su labor marca la diferencia.

— ¿Cuál considera que ha sido el mayor desafío de este primer año?
— Sin duda, llegar a las zonas extremas. La logística y la geografía de Chile hacen muy difícil mantener presencia constante en lugares como Arica, Iquique o Magallanes. En Santiago logramos un gran impacto, pero en regiones muchas veces la jefatura se percibe lejana. El personal necesita sentir que Bienestar está presente en sus territorios, no solo en la capital.

— ¿Qué hitos destacaría como logros que marcan este primer año de gestión?
— Uno muy significativo fue el convenio con el Teatro Municipal, que abrió la puerta a experiencias culturales para nuestras familias. También destacó el fortalecimiento del Club Social, con una nueva carta, precios más accesibles y horarios distintos, lo que lo convirtió en un espacio más cercano y atractivo. A veces uno siente que no se avanza lo suficiente, pero al hacer el balance, hemos logrado mucho en un año.

— ¿Cómo cambió su percepción de Bienestar desde que asumió la jefatura?
— Desde adentro entendí que es una gran jefatura, con un impacto enorme, sin embargo silencioso. Su labor no tiene que ver con la investigación criminal, pero sí con acompañar a nuestros funcionarios en momentos críticos: Uno de los retos más grandes fue justamente restaurar la confianza por parte del personal Institucional. Hoy puedo decir que lo hemos hecho, que el personal siente nuevamente que Bienestar cumple y responde.

— ¿Cuál es el liderazgo que le gusta proyectar?
— Creo que el liderazgo parte por conocerse a uno mismo: saber en qué soy fuerte, dónde me equivoco, cómo me afectan los días buenos y los malos. Desde ahí uno puede influir en los demás. Mi estilo busca contagiar objetivos y convencer con proyectos claros. Para mí, liderar es lograr que todos avancemos en sintonía hacia un mismo objetivo, con confianza y con respeto.

Al cerrar esta entrevista, la Prefecta Katherin Rivillo proyecta una visión clara: quiere ver a la Jefatura de Bienestar consolidada y reconocida en toda la institución. Una jefatura que llegue de Arica a Magallanes con servicios de calidad. “El Bienestar debe ser un lugar donde cada funcionario se sienta acompañado, atendido y cuidado”, afirma.

La hoja de ruta para este futuro combina expansión territorial —replicar espacios multifuncionales en el sur y fortalecer presencia en el norte— con mejoras continuas en viviendas, oferta recreativas y convenios culturales y corporativos. Todo, sobre una base simple: profesionalismo, compromiso y escucha activa. La meta es que cada funcionaria y funcionario sienta que aquí se le recibe bien, se le atiende bien y se le acompaña en lo que más importa: El Bienestar. 

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